«No sé si arrojar contra el suelo
un reloj o los espejos.
Quizás sólo me compre,
para el sueño de mañana,
unos zapatos nuevos.
No sé si buscar el charco que vi ayer al pasar.
Para comprobar si sigue allí la luna. O la noche.
Parecían atrapadas bajo el cristal de un mal recuerdo.
Temí que si me detenía a salvarlas,
y agitaba el agua
para romper el hechizo,
me quedara sola en el reflejo.
No sé si será mejor pisotear primero la memoria
y luego el olvido.
O hacerlo a la vez.
Así podría mezclar los guijarros rotos
y no saber cuál pertenece a quién.
Quizás lo mejor sería buscar el charco.
Para volcar sobre él las trizas de memoria y olvido
hasta cubrir el agua por entero.
Y bailar después sobre él,
aunque no haya noche, aunque no haya luna,
con mis zapatos nuevos».©