Sembraré la tierra de estrellas que ya no existen.
Y en cada surco que abra dejaré a su lado un recuerdo tuyo. Para que no estén solas. Para que no se pregunten más por qué siguen brillando.
Te mirarán y dirán para sí: “Soy como tú. Un bello recuerdo. Un sueño”.
Y cada noche iré a visitarlas. Sola. Envuelta en silencio. Para no despertarlas. Para ver cómo brillan dormidas en su cielo de tierra.