Tenía que ponerle palabras. Pero ¿qué eran las palabras?
Cinceles que intentan esculpir el agua. Tornos de alfarero incapaces de moldear la piedra. Tinta sobre papel mojado. Cazamariposas sin red.
De pronto, supo qué decirle. El frío convirtió en hielo el agua para dejarse cincelar. El alfarero dio forma en su torno a la piedra con guantes de lija. El viento secó el papel mojado para que la tinta pudiera fijarse en él. Y una mariposa se posó solícita sobre el aro sin red.
“ Sin ti – le diría- todos no me bastan”. Pero no lo dijo. Tuvo miedo.
Y las palabras, ofendidas, se derritieron, se rompieron, se emborronaron y echaron a volar para siempre.©
Palabras
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